miércoles, 18 de septiembre de 2013

Señora que se espanta



  Me da mucho miedo la gente que disfruta con el sufrimiento. Con el sufrimiento ajeno, claro está, que el que se quiera dar cabezazos contra una pared porque le excita, tiene todas mis bendiciones. 
Escribo esto después de ver como año tras año y amparándose en la tradición, se mantienen salvajadas como el Toro de La Vega de Tordesillas.
Malos son los que disfrutan mirando pero los que se encargan del martirio del animal son verdaderos sádicos. 
Ayer Mariló Montero lo calificaba de "fiesta maravillosa" que provenía de un rito ancestral que se pierde en la noche de los siglos. Hay muchas "fiestas maravillosas", querida Mariló, que se han perdido, afortunadamente, como la de echar cristianos a los leones o la de tirar a una cabra del campanario. Y tenían su público. Eso es lo que me da miedo. El hecho de que estos ritos proporcionen placer en vez de escalofríos y vómitos me hace ver que no soy uno de ellos. Es esa sensación de las películas de muertos vivientes, cuando tú no estás en el ajo. 
Yo los veo mitad de juzgado de guardia, mitad de psiquiatra con especialidad en psicopatías. Cuántos asesinos en serie han empezado torturando animalicos... 
Vamos, que al festejo de maravilloso le veo poco. Un festival de la barbarie que ensucia la marca España y que avergüenza a muchos castellano leonenses, entre los que me incluyo.
Querida Marilo, si eso es lo que tú tienes por "fiesta maravillosa" hazme caso, háztelo mirar. 
Pero no esperes, mujer, pide hora ya....

miércoles, 11 de septiembre de 2013

La señora del vestido de guindas




 Hoy se ha ido la señora del vestido de guindas. Se ha ido y yo doy saltos de alegría. 
La señora del vestido de guindas vive en el piso de al lado, pero sólo viene en verano. 
No sé de donde es, supongo que del norte porque acento andaluz no tiene.
Su llegada marca el principio del verano y su ausencia el final.
¿Y por qué me alegra su ida? Os cuento.
 Cuando compraron el piso, unos operarios muy simpáticos y con grandes conocimientos de medio ambiente, instalaron el aparato de aire acondicionado al lado de la ventana de mi dormitorio. 
No hay sensación más placentera que la que causa dicho aparato una noche cualquiera de levante, vomitando aire caliente que se cuela en tu cama mientras canta algo así como tum tum tum tum.......
Por esa causa conocí a la señora del vestido de guindas, llamé a su puerta y le expliqué que el aparatito era muy bonito y cantarín, pero que deberían dirigirlo hacia otro lado. Ella puso cara de poker y me dijo que lo sentía, pero que ahí se quedaba y que como gesto de buena voluntad no lo pondría por la noche.
-"Total, sólo venimos 2 o a lo sumo 3 meses al año..."
Sí señora, pero son los meses de verano, justo cuando suele hacer calor. 
Y en vista de que me quejara lo que me quejara la buena señora no se bajaba del burro, aceptamos pulpo como animal de compañía. El aparato zumbaría todo el día, pero a la hora del sueño se apagaría. Y así paso mis veranos, con las ventanas cerradas a cal y canto y con esa magnífica banda sonora, tum tum tum tum....
Esta tarde el balcón estaba cerrado, demasiado cerrado, pensé... No había ropa tendida, ni el vestido de guindas. Hacía calor y aún así, el aparato permaneció mudo toda la tarde. Una sonrisa se dibujó en mi cara.
Cayó la noche y ninguna luz apareció tras las ventanas.
La pesadilla ha concluído por este año.
Pronto llegará el otoño