domingo, 1 de enero de 2017

Señora que empieza el año entre Walking Dead y Los pájaros


Escena undécima. 8 de la mañana de un nuevo año.
La señora pringa el primer día del año, comme d´habitude. 
Es por ello, que tras atragantarse con las uvas como también es tradición, se entregó a los brazos de Morfeo y hoy está en planta desde las 7.
Abre la puerta del portal, presidido por una silla homeless mugrienta y oxidada que un día un vecino puso ahí y todo el mundo ignora.
 Hace frío... o humedad, que esto es Cádiz.
La escena es extraña. Los figurantes, jóvenes que deambulan sin saber muy bien donde están, como en Walking Dead. 
Otros, más deteriorados, se apoyan en portales y escaleras con la mirada perdida.
   ¿Apocalipsis? No. 
   Ladies and gentlemen, this is postnochevieja.
En frente del portal, la señora avista una parejilla. Están medio tirados en una escalera del paseo. Ella parece estar soltando un sermón de más de siete palabras al muchacho, que debe haber sido malo, malo. Él, con su traje elegante bien rebozado en la mierda de la escalinata, tiene cara de estar en otra parte, tal vez añorando un jergón.
La indumentaria de los figurantes es similoide. Ellos elegantones, americana y hasta pajarita. Ellas minifaldas extremas, tacones de vértigo y tiritera continuada. 
Dos pasos adelante y a la izquierda la señora se topa con la primera vomitera. Parecen churros. A ver qué dice el forense.
Las gaviotas están de fiesta. 
Entre los bolsones llenos de excesos y los chavales empeñados en no quedarse dentro nada de lo que han comido y bebido, ellas más contentas que la del PP en día de sobre.
  La señora coge el coche y enfila la avenida. 
Va dejando atrás montones de minifalderas y empajaritados. 
A la izquierda, un grupo transgresor se hace selfis. Dos muchachos se han saltado las normas y llevan alpargatas y leggins pesqueros. Una moza gordita, cazadora vaquera con alcayatas, y como contrapunto, su morena compañera va con modelazo de gasa roja por si se cuadra recoger un Goya.
A la derecha, en la parada de autobús, grupo de zombis trémulos que bostezan al unísono.
En el semáforo, el carril de la derecha está ocupado por un coche con las puertas abiertas, desde donde una muchacha abona el asfalto. Más gaviotas apostadas en la farola, esperando. 
La señora piensa que debió meter una caja de Primperan en el bolso para ir repartiendo a su paso por la avenida.
    - "Me lo apuntaré para el siguiente enero."
Se abre el semáforo. 2017 empieza como los otros...

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